Día34

Nuestro viaje dejaba atrás el Mar de Andamán y nos introducimos por el estrecho de Malacca a través del embudo que conforman por un lado Malasia y por el otro lado la increíble Isla de Sumatra, la que tan sólo rozamos en nuestro viaje, pero no podíamos dejar pasar la oportunidad de hablar de alguna de sus especies, y no nos referimos a sus rinocerontes, elefantes, tigres u orangutanes, que habitan en ella, ni siquiera al extraño y pequeño orangután que todavía dicen que puede existir y que podría ser un eslabón perdido nuestro, no, hoy os presentamos de mano de nuestra colaboradora Verónica Cintia a la inflorescencia más grande del Planeta; «endémica de la Isla de Sumatra donde se encuentra en peligro de extinción; el Amorphophallus titanum quita el aliento por dos motivos: ser una planta excepcionalmente extravagante y, claro, por el hedor pestilente a un cóctel de pescado, heces humanas y carne podrida expuesta al sol durante varios días, que desprende su inflorescencia (y responsable de su apelativo “Flor cadáver”). Durante el ciclo floral de la planta que ocurre por primera vez a los 7/ 10 años de su desarrollo, y se repite sólo cada 4/ 5 años en sus 40 años de supervivencia; la inflorescencia se desarrolla a lo largo de varios meses, con un crecimiento de hasta 15 cm por día, y sólo florece durante aproximadamente 24 a 48 horas, llegando a medir 3 metros de altura. Este evento es el espectáculo más increíble de toda la horticultura. Mientras florece, la estructura genera calor en su extremo emitiendo vapor (es termogénica), más de 32ºC, 10ºC más que el resto de la planta, manteniendo esta temperatura superior e independiente de la temperatura ambiente; y es cuando produce su característico olor.

Bajo tierra, el tubérculo de la planta se asemeja a un bulbo muy grande que puede pesar hasta 130 kg, normalmente entre 70 y 90kg, y es el más grande del reino vegetal. Durante los años en que la planta no florece -su ciclo foliar-, produce una sola hoja de unos 4, 6 y hasta 7 metros de altura. La hoja está compuesta por un pecíolo (tallo de la hoja) y una lámina tripartita descompuesta que se expande. Dura una sola temporada de crecimiento, y es reemplazada por una hoja notablemente más grande en la siguiente temporada de crecimiento hasta que la planta alcanza la madurez. El pecíolo está salpicado de manchas en un patrón que nos da la impresión visual de un tronco de árbol leñoso sólido no comestible cubierto de organismos vivos, ocultando su verdadera naturaleza como un pecíolo grande, carnoso y que se daña fácilmente. Esta coloración defensiva intrigante y única en los pecíolos, probablemente como defensa contra los herbívoros, está basada en el mimetismo visual de líquenes y colonias de cianobacterias, el camuflaje y la imitación de plantas, lo que resulta en un caso clásico de mascarada visual defensiva.

Como si no fuera lo suficientemente complejo, la coloración defensiva funciona a diferentes distancias, similar a Lithops (Sudáfrica/ Namibia). Vista desde lejos, la hoja de Amorphophallus, con su lámina en forma de paraguas, parece un retoño cubierto de líquenes, un árbol pequeño. El «tronco» puede alcanzar varios metros de altura (al igual que el ancho de la lámina de la hoja) y muestra una cubierta de líquenes y cianobacterias que armoniza perfectamente con los árboles jóvenes reales que lo rodean, cuando se percibe desde una mayor distancia, el “árbol” Amorphophallus desaparece mediante camuflaje, ya que se vuelve imperceptible, apareciendo como un árbol entre muchos otros árboles. Un regalo fascinante de la madre naturaleza»

Con esta increíble y detallada especie continuamos nuestro viaje a través de los sueños. Buenas noches.