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Salimos del Santuario Ibero de El Chorrillo y nos dirigimos hacia el Sur, pasamos la frontera geoclimatica que marca la Sierra de la Torreta y cogemos la Gran Ruta 7 que une los Pirineos y Algeciras, la abandonada senda con sus marcas rojas y blancas que nos conduce a través de Elda y Monovar hasta la población de Pinoso, allí en uno de sus más recónditos y secos montes nos encontramos con una de las especies de plantas suculentas más raras y escasas de la Península Iberica; la Caralluma munbyana, de pequeños tallos carnosos y color verde oscuro, que en Alicante tan solo habita en dos o tres zonas aunque en Murcia y Almería está un poco más extendida y que aquí en la Península sólo cuenta con un familiar, la Caralluma europaea, el resto de sus parientes más cercanos habitan el Norte de África hasta llegar a las costas del Yemen y la Isla de Socotra, quizas nuestras dos especies de Caralluma debieron colonizar la Península cuando ésta estaba unida al continente africano.

Esta familia pertenece a uno de los géneros más increíbles del planeta, las Asclepiadoeae, a ella tambien pertenecen las stapelias, orbeas, duvalias, y que junto a nuestra protagonista todas tienen algo muy insólito en común, tienen flores muy extrañas, algunas de ellas con colores muy llamativos y muy diferentes entre las distintas especies, pero agárrense fuerte de lo fascinante que es la Naturaleza; estas especies a través sus flores imitan un olor muy desagradable, imitan el olor a excremento, estiércol, carroña, y cualquier otro tipo de fétido olor capaz de atraer a sus polinizadores que no son otros sino las moscas y moscardones, esto es debido seguramente a que habitan en lugares tan extremos secos y calurosos que las abejas no tienen el sustento adecuado, y esto es lo increíble de las plantas que son capaces de imitar el aroma que necesitan para que sobreviva la especie, increíble.