Día11

Cuando visitas el desierto por primera, y por segunda y por más veces que vuelvas lo que más impresiona es su enormidad, su vacío, un vacío de vida sin fin  lleno de calor, de luz, de piedras y arena donde el silencio juega con el calor a ver quién te envuelve más, sólo por la tarde el viento abre las puertas de silencio y aúlla anunciando la llegada de la noche con sus frías y afiladas fauces. El contraste de la temperatura entre el día y la noche en ocasiones superan los 50 grados, crujen las piedras y toda la fauna que permanecía en sus escondrijos salen a buscar alimento, el desierto por la noche es muy frío, escandaloso y todas las estrellas del universo parecen estar mirándote.

 

Semejante contraste de temperatura es debido a la falta de humedad, las talas, los incendios, la agricultura intensiva, el diseño actual de las ciudades provocan la desertización y la pérdida de suelo, sin este suelo las plantas no pueden crecer y el relente y la lluvia no se retiene, provocando el avance de las zonas desérticas y aumentando los contrastes de la temperatura.

El calentamiento global no sólo lo provocan los llamados gases de efecto invernadero, sino también las políticas de nula compensación al medio ambiente.

 

Los incendios forestales actuales no son fenómenos de la naturaleza como algunos expertos nos quieren hacer creer,  quizás si se invirtiera un poco de todo lo que se recauda por el turismo de naturaleza en su propia gestión, Tenerife no llevaría 9 días ardiendo, por poner un ejemplo cercano, nos estamos comiendo a la gallina bien tostada y seguimos pidiéndole huevos.

 

Mañana os hablaremos de las dos únicas suculentas que hemos encontrado en esta parte del desierto.